jueves, 20 de junio de 2024

La ilusión sube y baja como la espuma.



 

La vida diaria te obliga a volar de una parte a otra sin detenerte. No es tarea sencilla encontrar momentos de asueto. Atrás quedaron los instantes de placer, cuando decidíamos (y conseguíamos) sentarnos a descansar, con un vaso de café caliente en la mano (o fresco, según las apetencias), mientras leíamos algo interesante o, simplemente, nos entregábamos a los recuerdos para reflexionar.

Ahora es complicado hallar esos sosiegos, con la premura a la que nos tienen sometidos, sin contar con las inevitables preocupaciones que se presentan solas y sin avisar. Por eso, irremediablemente, tenemos puestos los ojos en las vacaciones, las cuales se hacen esperar casi adrede, para quitarnos las cadenas y dejarlas abandonadas en cualquier rincón olvidado, aunque debamos engarzárnoslas a nuestra vuelta.

Durante el tiempo que dure la calma, intentaremos airearnos, llenar nuestros pulmones de ese aire que tanta falta nos hace y, por encima de todo, alejarnos del estrés tan venenoso que pulveriza cada ápice del ser. Esto es algo a lo que muchos no le dan la importancia que tiene, y antes o después, pasa factura.

La ilusión por los días de ocio son como la espuma, que suben hasta lo alto cuando la fiesta se inicia, y de desvanecen paulatinamente a medida que el recreo llega a su fin. Por esa misma razón debemos aprovechar cada segundo, y no solamente en épocas de esparcimiento, sino en la totalidad de la existencia, en cada una de las estaciones y en cada oportunidad presentada, por ínfima que sea. Aquí llegamos sin nada y nos iremos de igual manera, dejando todo a nuestras espaldas. Solamente portearemos una mochila de recuerdos, de todos aquellos actos que nos habrán definido como persona al final del camino. Y allí, al otro lado, nos veremos todos de nuevo.

Coco - Vídeo