Nunca
imaginé que te llegaría a querer tanto. Si tiempo atrás me hubiesen dicho que llenarías
con tanta luz mi vida, lo habría interpretado como una exageración. Pero fue
todo lo contrario, sin duda, porque detrás tu mirada, de tus discretos pasos, de
tus juegos o de aquellos saltos que dabas en tu cama mientras soñabas, había un
ser que irradiaba cariño sin igual. Tu compañía, tu respiración al dormirte, tu
calor cuando te acurrucabas, tu forma de estirarte al despertar… Pero ya no
habrá más mañanas que comiences con tus ojitos abiertos, ni con tus ansias por
tu desayuno, ni con tus ganas de jugar, porque tras ese último suspiro, te has
marchado. Luchaste como una campeona contra un cáncer, y lo venciste.
Batallaste contra los achaques del tiempo, a pesar de sufrir dificultades de
visión, arrastrar tu frágil corazón, o soportar los dolores en tus pequeños huesos.
Y a pesar del avance del tiempo, peleabas contra él, demostrando tu fortaleza y
tus ganas de vivir. Pero a tus más de diecisiete años, tus órganos comenzaron a
fallar, y nos dejaste. Tuvimos la suerte de tenerte en nuestras vidas, de acompañarte
hasta el último instante, cuando el líquido del sueño sin retorno entró en ti.
Allí estábamos, tu familia, acariciando tu cuerpecito hasta que tu interior
dejó de latir y se hizo el silencio. Y sin dejar de mirarte, llegó el llanto,
que todavía nos acompaña.
Te quiero,
Tábata. Y no hablo solo en mi nombre, porque todos los que hemos compartido
contigo todos estos años, sufrimos tu ausencia, viéndote en cada rincón, mirando
por si estuvieras aún, y recordando tantas cosas que no hay forma de arrancarse
este dolor.
Ahora
estarás con tu hermano gato Ulises, que habrá salido a buscarte al umbral de tu
cielo. Sé feliz allí, y cuida de él, como él hará contigo. Quiero pensar que
algún día volveremos a estar juntos, porque, si todo tiene un sentido, esto no puede
ser el final. Mientras tanto, agacha la mirada de vez en cuando, y desde arriba
verás que seguiremos recordándote como eras, con toda la bondad y la lealtad
que un ser tan maravilloso como tú nos ha podido dar.
Has sido un
regalo del cielo. Ahora estás en él.
Algún día
volveremos a estar juntos, pequeña.