Aquella gaviota, de nombre Palmira, decidió tomarse un respiro, merecidamente
ganado, tras su larga caminata por el borde del malecón. Algo sedienta, a causa
de un boquerón ingerido, arrugaba su gaznate. Buscaba algún recipiente con agua
fresca donde rebozar el pico, y de paso, atisbar el ambiente para echarse una
siesta. Y allí, bajo un sol de justicia, escudriñó cuanto pudo ver, bajo unas
palmeras muy apañadas que esperaban, con impaciencia, la visita de la bella
palmípeda. Un apropiado sueño ya estaba calculado, bajo las espesuras del oasis,
y sería bien aprovechado, hasta el momento de reanudar los altos vuelos, para
seguir planeando por las alturas.
Vivir es el arte de dibujar sin un borrador. https://www.instagram.com/deif_k53ro/
domingo, 27 de septiembre de 2020
Palmira, la gaviota
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