lunes, 9 de noviembre de 2020

Llegada la noche


 

No muy lejano relucía aquel destello, asomando con cautela entre húmedos ramajes, al paso cansado y entristecido de la noche. La fatiga me ofrecía un instante de tregua, suficiente para advertir que, parcamente moderada, la distancia hasta aquel caserón sería vencida en breve.

Tras la primera tapia, con su vieja cancela enmohecida, Llegué hasta sus pies, rozando sus altos muros de piedra resplandeciente, sintiendo el llanto de mil fantasmas que atraían mi presencia, entreabriendo el portón de la mansión que acogía en sus entrañas al recién llegado.

Y allí encontraría la respuesta de interminables interrogantes.

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