Los bancos tienen la capacidad de exasperar al más pintado con sus abominables desconsideraciones, sabiéndose intocables y protegidos por los estados corruptos que amparan sus tejemanejes. Es tal la impunidad en la que se regodean que, a pesar del perjuicio que causan a la ciudadanía, con sus movimientos envenenados y sus imposiciones sin derecho a réplica, asoman la gaita muy triunfantes entre montañas de ganancias que no cesan de multiplicarse.
El asco de índole mayúsculo que me dan los bancos es de categoría cinco. Su desprecio hacia el tiempo que perdemos en cenagosas lagunas de incertidumbre, importándoles una mierda la desesperación que pueda causarnos la imposibilidad de llevar a cabo nuestras gestiones, es proporcional al recochineo por parte de sus peones ante nuestro enojo. Lo mismo les da que podamos lograr nuestro objetivo o no, si ellos no se llevan su cacho del pastel.
Esta mañana he acudido a una de tantas sucursales para intentar solventar un problema (otro más) con las dichosas aplicaciones para móvil, sin las que no se puede hacer ya prácticamente nada, por desgracia. Las puñeteras claves no coincidían, y el vomitivo invento anulaba el trámite continuamente, que no era corto, en realidad. Y allí, en mitad de aquella especie de oficina he estado peleando con la porquería de aplicaciones, durante largo tiempo, para nada, ya que, al final, se ha bloqueado nuevamente el jueguecito de mierda que nos imponen por pelotas.
Todo esto ha derivado en que no he podido encargar (ni pagar, evidentemente) un artículo, con mi tarjeta, que me resultaba bastante necesario. Claro, a la gente del banco les trae sin cuidado lo que nos pueda perjudicar el hecho de no poder comprar cualquier cosa, porque no es su problema, y en lugar de buscar soluciones alternativas, te largan de allí sin miramientos de ninguna clase.
Se escudan en que es Europa la que determina los pasos a seguir. Por tanto, como Europa propone y dispone, los ciudadanos tenemos que soportar la suela de su bota sobre nuestro cuello.
Europa es una mierda de basurero embadurnado de ideología enferma, repleta de chusma y la peor de las morrallas. Europa va a lo que va: a jodernos lo máximo que se pueda, mientras las élites nadan en poder y gloria a costa del daño infringido a la gente, al tiempo que disfrazan sus patadas de caricias, y nuestra calidad de vida se va desmoronando por el sumidero.
Mientras sigamos permitiendo que nos usen como papel de culo, todo irá a peor. La minucia que hoy me ha sucedido no es más que un grano de arena en ese desierto de inmundicia del que brotan los réprobos bancos. Cuando queramos darnos cuenta de que somos las patas que sostienen su chiringuito, quizá entonces comiencen a derrumbarse las piezas que ahora mismo dominan el tablero.
Por cierto, y por si no lo he dicho, ME CAGO EN LOS BANCOS.
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