lunes, 25 de junio de 2018

Calores incómodos




Una de tantas veces que el calor apretaba, sentí la necesidad de alejarme, por unos instantes, del esfuerzo desmesurado que suponía trotar, sobre aquellas murallas al sol.
Ávila tiene magia, incluso en cada grieta, y a pesar del sofocante verano, pasear por sus entornos ofrece una calma especial.
A mitad de camino, sin haber tenido la precaución de agenciarme algo de agua, quise sentarme en algún lugar donde poder respirar, a la sombra de algún árbol que quisiera cobijarme. De pronto, ni muy lejos ni cerca, divisé unos bancos hermosos, concretamente tres, agazapados entre unos matojos. El más grande de ellos, asomaba, por un lado, dejando ver sus formas, invitando a ser usado. Lo malo era, sin duda, la colección de ortigas puntiagudas que rondaban por allí, especialistas en dar picor a quien quisiera acercarse, cosa que no hice, por desgana. No me apetecía en absoluto pasar la tarde entera rascándome como un poseído, y seguí mi camino. Y allí quedaron los bancos, sepultados bajo la maleza, mostrando al mundo sus encantos, que tampoco eran muchos.


sábado, 16 de junio de 2018

El ciervo Manolín



El Ciervo Manolín tiene un cabreo monumental, porque la guasa que se respira a su alrededor es de libro. No hacen más que decirle que se los han puesto con ganas, y él, que de otra cosa no sabrá, pero rezuma educación por cada poro de su trasero, insiste en que su cornamenta no se debe a asuntos de pareja. Pero ya se sabe que la gente es muy mala, y hay demasiado tiempo libre.

El oso panda y sus cosas



La vida del oso panda es envidiable. Puede que, desde fuera, parezca aburrida, sin hacer otra cosa que estar recostado contra una piedra, zampando cañas de bambú. Pero, todo esto es, en el fondo, mucho más complejo.  
El oso se encuentra, casi siempre, en un estado de aislamiento mental. Hablo, lógicamente, de los pandas que viven en el Zoo, porque no tengo ni idea del comportamiento de los que habitan en China.
El oso panda que vive en cautiverio, está más cuidado que los pollos de corral, sobre todo porque éstos acaban colgados en la pollería. En cambio, el simpático oso, recibe las atenciones constantes del personal del zoológico, ya que es una de las estrellas importantes del mismo. Y mientras se pega sus homenajes, está a lo suyo, ausente, a pesar de las miradas de aquellos visitantes que se quedan mirando como lerdos.
Seguramente, el oso, se cachondea de todo el mundo, porque vive mejor que nadie. A él no le afectan las crisis, ni los cambios de gobierno, ni la subida del IPC. Al oso, todo eso, se la suda. De hecho, cuando se digna a mirar a alguien de reojo, al tiempo que mastica los palos verdes, puede apreciarse en su mirada un recochineo sobrenatural. Y no es para menos.
Mientras los humanos luchamos con uñas y dientes por sobrevivir en un mundo de locos, el oso panda gasta su tiempo en comer, dormir y echar caliqueños, gracias a los cuales, nacerán más osos que vivirán a cuerpo de rey. El resto de sus horas, las usará para aliviar su cuerpo, allá donde le dé la gana, pues no tiene que inquietarse siquiera por tirar de la cadena.
En definitiva, el oso panda es un crack. Se lo ha montado de fábula. 
¡Ole tú, querido!



Coco - Vídeo