martes, 28 de abril de 2020

Aquí ni pica nada



Pepe no pesca nada. Su amigo, tampoco. llevan más de dos horas y cuarto sentados al sol, con las cañas ya temblorosas, resbalándose entre sus dedos sudados, pringosos como el membrillo. Los peces brillan por su ausencia, y los chavales han comenzado a cuestionarse si el agua también está en cuarentena por culpa de la pandemia.
Su rincón, el de ambos, que linda con un tramo de agua de mar, no luce transparente, quizá por el revuelo de la vida marina y su estampida. Ni siquiera agudizando la vista se ve nada que se agite, y a pesar de las horas, los dos ingenuos albergan todavía un absurdo optimismo ante lo que más parece un charco inerte.
El cielo se encapota por momentos, y lo que van a pescar esos dos es un catarro de órdago, si se descuidan. Después, llegarán las molestias, la fiebre, y los sustos.
Más vale prevenir.

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