martes, 28 de abril de 2020

Lo que viene



Miro a través de los cristales, y veo a unos niños corretear, como si jamás lo hubieran hecho antes, y hubiesen descubierto la magia del movimiento hace un cuarto de hora. Euforia al cubo es lo que se aprecia desde este mirador, además de algunos gritos que, en ciertos casos, se hacen imprescindibles para quien los emite. La lejanía que debe mantenerse entre personas obliga, en ciertos momentos, a comunicarse como los antiguos, dejando la calle desnuda entre medias. Desde una acera a la otra, las voces, en ciertas situaciones indescifrables, rompen el sueño de quienes pretendían aprovechar el tiempo en plena siesta. Y es entonces cuando las alteradas víctimas encolerizan.
Pero más allá de estos episodios, vivimos una temporada en blanco y negro, respirando una atmósfera sosegada que rompe nuestra calma cuando empezamos a pensar. Los tiempos que galopan están envueltos en drama, y nadie sabe cuántos acabarán cayendo ante la escasez. Vivimos el goteo del deceso diario, que empaña y oscurece las vidas de quienes quedan. Y el futuro que nos viene no puede ser peor.
Ante un horizonte tan sombrío, deslizamos las cortinas, asomamos la mirada y sonreímos por la alegría de esos niños que pasean su entusiasmo bajo nuestro balcón.

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