martes, 22 de junio de 2021

Espinas



 

Quien busca, suele encontrar. Esta regla no se cumple a rajatabla, pero la perseverancia nos regala, a veces, el embrujo de ansiadas sorpresas. No obstante, los viajes que se inician no siempre resultan perfectos, porque hasta rosa alcanzada puede herirnos con sus espinas. 

Luz de guía


 

No será la primera vez que nos perdemos al caminar. Pero no es igual hacerlo bajo las luces de una ciudad, que mezclarse entre frondosas arboledas que apenas visten claridad. Entretenerse es de necios cuando todo se torna sombrío, y encontrar el camino de vuelta se hace indispensable. 

lunes, 21 de junio de 2021

La jarra germana


 Para los que nos gusta caminar por parajes alejados, quizá hasta sombríos, donde nadie respira alrededor, y los sonidos son tan lejanos que cuesta trabajo ubicarlos, resultaba un auténtico disfrute para los sentidos ser la única pieza del tablero. Solamente un suelo oscuro, tiznado levemente de huellas de otros que, como yo, decidieron cruzar por allí, se extendía bajo un cielo encapotado, frío y amenazante, comenzando a rezumar algunas pizcas de lluvia. Y en mitad de la nada, como surgida de un sueño sin sentido, una enorme jarra de cerveza, seguramente germana, se alzaba con chulería sobre aquel césped empapado de negrura. Me pregunté cuál sería su procedencia, tibiamente atónito, mientras medraba su envergadura a medida que mis pasos se acercaban, y ante ella, me detuve. Del tamaño de una casa, quizá más, algunas de sus formas relucían con los rayos del ocaso, y fue en aquel instante cuando caí en la cuenta de que el tiempo, caprichoso, me avisaba sobre mi regreso a la civilización. Y allí dejé al hallazgo, oscureciéndose, lo mismo que los entornos, diluyéndose entre una niebla que prefirió no esperar. 

domingo, 13 de junio de 2021

Calor del bueno


 

No es momento de poner la chimenea, por mucho que guste mirar hacia el fuego, y sentir el crepitar de las ascuas. Con este calor que está haciendo ya, lo que menos apetece es plantarse ante las llamas, para sentir cómo baja la tensión y quedarse aplatanado. Pero nadie puede negar que la magia de una hoguera es real, aunque habrá que esperar al invierno para sacar de nuevo el hacha y traer una buena leña para arder. Todo llega. De momento, el sofoco está servido. Lidiemos como se pueda con este infierno, que cada año es más abrasador. Buenas bebidas frescas, que no frías, y un buen cobijo para evitar los rayos de nuestro astro. Así nos pondremos a salvo de este sol tan irritante que, a pesar de necesario, es puñetero.



viernes, 11 de junio de 2021

Pirámides, fumatas blancas y el bueno de Augusto.


 

Cruzar una puerta y encontrarme con tres pirámides aztecas, después de tropezar con una vieja vía de tren, y aterrizar ante la estatua de Augusto – Octavio para los amigos – no es algo que pueda considerar como habitual. A mí no me suceden este tipo de cosas  casi nunca.

Mientras bebía un refresco de arándanos, templado como el abrevadero de una mula, observaba en la lejanía tres columnas de humo blanco, como si acabasen de elegir a tres Papas. Y dado que el sol de justicia se empeñaba en ser molesto, me refugié bajo medio arco de piedra que todavía quedaba en pie. No había un alma en aquel entorno interminable, y con más aburrimiento que una mona con ukelele, me terminé la bebida. Fue entonces cuando me pregunté hacia dónde dirigir mis pasos, pero no tenía un ápice de ganas para ponerme a pensar. Aquel era uno de tantos momentos asfixiantes de verano, punzantes y crueles, en los que te quedas inerte, como si alguien hubiese apretado el botón de pausa. Una calma fuera de lo normal, con lejanísimos susurros que llegaban de las montañas, formaban el hilo musical de aquel sueño del que, por fin, acabé despertando, porque menudo tostón. Casi me quedé dormido dentro de ese sueño. Y entonces no sé qué habría pasado.

jueves, 10 de junio de 2021

Colores


 

El calor llega, lanzando sus raíces para hacernos sudar, y lo consigue. Muchas noches resultan ser un pesado suplicio, y hasta las flores se agachan ante la abrasadora canícula. Pero no puede negarse que la belleza se manifiesta cuando estallan los colores y todo se pincela al gusto, como las obras de arte que son.



 

Alejarse de las ciudades, buscando refugio en la arena, sintiendo una calma tan inusual como necesaria. Y mientras llega el ocaso, bajo mis pies, el suave tacto humedecido me recuerda que no hace falta mucho más para sentirse en paz. El viejo faro, como arrastrado desde los acantilados, lanzó el ancla. Con su recuerdo en la lejanía, muestra en la orilla el semblante robusto de quien se alzó ante el mar. Cae la luz, y todo se torna en negrura, pero desde lo alto las estrellas me guiarán.

La noche en el bosque


 

La noche en un bosque asusta a muchos. Es posible que los ruidos de las criaturas nocturnas, junto a los sonidos de la misma naturaleza, simbolicen un significado diferente cuando desaparece la luz, y la gente asustadiza prefiera sentirse a buen recaudo. Pero la noche tiene magia, y si intentamos sentir más allá de lo que en apariencia nos rodea, comprobaremos que todos somos uno, y entenderemos entonces la fusión con los elementos y el resto de seres vivos.


miércoles, 9 de junio de 2021

Esa Luz Del Destino


 

En algún lugar, donde menos lo esperemos, una luz, quizá escondida, brille para nosotros. El destino está en nuestras manos, pero más allá de los caminos recorridos, algo escrito rige cada paso. Si encontramos el destello que pacientemente aguarda, hallaremos el reflejo de todo nuestro caminar, encerrado en una gota, en un suspiro, en esa brizna de aire que bajo el ocaso de un sol, o el resurgir de una luna, resplandece.


lunes, 7 de junio de 2021

La nave


 

Pasear por el campo es algo que, al menos a mí, me sienta de maravilla. Y aunque ahora, en tiempos del COVID-19, no tenga la facilidad de antes para moverme por el mapa, sí es verdad que, cuando las circunstancias me lo permiten, escapo hacia lugares rurales para desconectar de toda la porquería cosmopolita, que es mucha.

Una de esas veces, cuando la noche caía y todo se iba desdibujando, me sorprendió en la lejanía un destello que no esperaba. Por un momento pensé en alguien, paseante como yo, que, linterna en mano,  se aburría como una mona y solo se distraía con aspavientos. Pero todo resultó ser mucho más enrevesado.

Avanzando hacia el lugar, donde unas chispas se alborotaban como cuatro moscas peleando por su porción de mierda, presencié algo tan insólito que hasta mi digestión estuvo a punto de cortarse. Y no era para menos, pues una especie de escueta nave, quizá llegada de mundos muy lejanos, se arreó el gran porrazo del siglo. Desconozco si el marciano de turno iba bebido, o si alguna autoridad se lo llevó al cuartelillo por pilotar ebrio, pero cuando llegué al lugar de los hechos, allí no había nadie que respondiera por el incidente.

Así que, me quedé con las ganas de saber si el conductor de aquel artefacto se quedó sin puntos, o todo quedó en una advertencia, por lo que me fui de allí, sin darle más importancia.

Puede que los alienígenas nos estén visitando, pero vamos, no es algo que me quite el sueño. Aquí, en la tierra, y más concretamente en España, tenemos muchas cosas importantes, demasiadas, a las que prestar atención, antes que averiguar si enanos verdes, o del color que sean, se mueven entre nosotros.


viernes, 4 de junio de 2021

La casa de cuento


 

Me encontré, sin esperarlo, con una de esas casas de cuento que nos relataban de pequeños. Una vivienda en mitad del campo, como salida de la nada, pero sin chocolates ni adornos de caramelo. Hansel y Gretel, seguramente, habrían pasado de largo, al no ser invadidos por los aromas dulzones de las golosinas. En cambio, yo me detuve a mirar, desde cierta distancia, porque resultaba chocante encontrar semejante bohío, emergiendo  del verdor de la pradera, como si fuera lo más normal del mundo.

Su estructura “Timburtiana”, aderezada con sus lógicas y torcidas ventanillas, apenas dejaba distinguir el interior. Parecía, no obstante, que nadie habitaba entre los muros de aquel esperpento, levantado con pésimo gusto, aunque a más de uno le habría ayudado en las noches oscuras, supongo.

A pesar de aquella rareza, continué mi marcha, dejando atrás  aquella construcción. Pero de vez en cuando recuerdo lo perplejo que me sentí al darme de morros con aquella cosa inclasificable.

jueves, 3 de junio de 2021

El silencio de los pueblos


 

Se agradece inmensamente algo de calma. Con todo lo que tenemos encima en España, poder salir de los núcleos habituales y perderse en los pueblos, es, sin duda, algo tan terapéutico que hasta los facultativos deberían recetarlo.

Ese silencio que bucea por las callejuelas, arañando sutilmente el empedrado, nos sumerge en una calma que no se puede tener, ni de lejos, en las grandes urbes. Y ahora, con las medidas más relajadas, la gente ya sale de sus casas para llevar una vida normal, o casi. En mitad de esta pandemia, que no parece tener final, aterrizar con los pies fuera del hogar es toda una aventura. Ya veremos cómo termina esto.

De momento, sigamos imaginando con viajar a lugares remotos, libres de gente y de virus. Los que ya lo han logrado, bien por ellos (siempre y cuando sean precavidos) Y los que todavía seguimos en nuestras burbujas, aguantaremos un poco más.

La luz en el campo


 

La subida de las tarifas de la luz nos han dejado a (casi) todos de piedra. Ese 44% abusivo que las hidroeléctricas nos suben e imponen, es repugnante, como poco. Y aquí seguimos, aguantando, tragando como borregos, hasta que toquemos fondo, para lo cual, no creo que tardemos demasiado.

En las zonas rurales van a tener más de lo mismo; no se van a librar, por más que quieran. Las que no van a notar la subida (o robo) son las vacas, que continuarán a lo suyo, pensando en lo que piensen, mientras pastan a su aire en los prados que tengan a su alcance.

Sea de día o de noche, ellas camparán a sus anchas, de lo cual me alegro enormemente. Bastante tienen que sufrir ya sus criadores, soportando el gasto constante y desmedido que esta especie de gobierno ha colado, como no iba a ser de otra manera, de forma nauseabunda, cuando peor lo está pasando España.

Únicamente ese sector privilegiado, al que no parece provocarle muchos quebraderos de cabeza, saldrá triunfante, con los bolsillos llenos, tras abultar sus profundos y avaros bolsillos del dinero que nos estafan a los españoles. Ese sector que mueve a su antojo los hilos que, como a marionetas nos atan a los pies, se cachondea de lo lindo con nuestros apuros, porque, como todo el mundo sabe, ni al gobierno ni a los magnates de las hidroeléctricas les importamos un carajo.

Al menos, las vacas del campo viven ajenas y en paz... por ahora. 

 

Coco - Vídeo