miércoles, 2 de diciembre de 2020

¡Feliz Navidad!... (por decir algo)


 

Ya están aquí las fiestas, una vez más, fieles a su cita anual. Lo malo del asunto es que, este año, no van a ser agradables, ya que en los hogares sufriremos la pesadumbre que llevamos padeciendo desde hace ya muchos meses. Lo terrorífico del tema es que un sinfín de personas ya no están, por culpa de una pandemia mal gestionada, y los que hemos tenido la enorme suerte de poder contarlo, nos sentaremos a la mesa sin uno o varios componentes de la familia. Entre los que nos han dejado, y los que, por lejanía, no van a poder compartir con nosotros ni siquiera la cena de Nochebuena, este año 2020 terminará con una sensación de vacío y de tristeza de proporciones lamentables.

Dicen que ya habrá tiempo de disfrutar de los nuestros en las próximas navidades. Primero, habrá que ver quiénes de nosotros llegamos hasta allí, y después haremos planes. Pero, lo que está visto es que no merece la pena planificar nada, porque, de la noche a la mañana, todo puede cambiar.

Vivir el presente es lo único realmente práctico, y, mientras nos dejen hacerlo, intentemos ser felices, aunque cada día tengamos más encima la vigilante y peligrosa espada del control, la censura y el miedo.

Mucha suerte a todos. Feliz Navidad.


lunes, 9 de noviembre de 2020

Valores






Ya quisiéramos los humanos tener esa nobleza impresa en los ojos. Independientemente de la especie, ellos, los animales, nos dan cien vueltas en muchas cosas, como el comportamiento o la lealtad. El día que nos parezcamos más a ellos, habremos comenzado a evolucionar hacia un mundo mejor.
 

Sin ruido






 

Poder pasear entre el silencio,

 navegar sobre olas calladas

 o disfrutar de la niebla en calma, 

son placeres que muy pocos saben apreciar.

En silencio





El murmullo de la gran ciudad se ha desvanecido. Por ahora. 
 

Mar de arena


 

Más allá de las tormentas, donde las olas templaban tras los arrecifes, los restos de un naufragio se erguían, alumbrados tímidamente con el único farol del galeón encallado. Más lejos, una imponente atalaya asomaba entre la bruma, mostrando su importancia. El faro, extinto sobre unas rocas infranqueables, manaba de las arenas, y las nieblas, turbias y obstinadas, custodiaban los contornos.

Sosiego


 

La calma reina en estos rincones, alejados de toda desazón. Una mañana clara, con la quietud sobre el agua y el silencio en el viento, retratan y culminan un paisaje que acaricia con afecto cada hebra de césped y cada brizna de arena.

Llegada la noche


 

No muy lejano relucía aquel destello, asomando con cautela entre húmedos ramajes, al paso cansado y entristecido de la noche. La fatiga me ofrecía un instante de tregua, suficiente para advertir que, parcamente moderada, la distancia hasta aquel caserón sería vencida en breve.

Tras la primera tapia, con su vieja cancela enmohecida, Llegué hasta sus pies, rozando sus altos muros de piedra resplandeciente, sintiendo el llanto de mil fantasmas que atraían mi presencia, entreabriendo el portón de la mansión que acogía en sus entrañas al recién llegado.

Y allí encontraría la respuesta de interminables interrogantes.

Futuro incierto


 

La noche no tardó en mostrarse, y el águila, que bajó para tener diferente perspectiva, se encontró con una lumínica mariposa recadera, de aspecto brillante y prudente vuelo, que llevaba sobre ella agobiantes noticias. Desalentadas, sabían que la vida estaba cambiando, más allá de sus fronteras, y los humanos convivían con un castigo que asolaba sus caminos de manera inaudita. El alba y el ocaso entretejían niebla y lluvia, donde antes brotaba, imponente, la claridad. Y el borroso futuro, apartado de cualquier mejoría, caía vencido a los pies de la guadaña que todo lo cercena.

jueves, 1 de octubre de 2020

Niebla


 

La niebla surgió, de repente, sin esperarlo, y con ella, la noche. La luz de los viejos faroles alcanzaban lo exiguo, y con toda la calma del mundo, sin ansia ni premura, llegaría hasta la orilla de cuanto había soñado.

Atentos


 
Procura mantener tu atención intacta. 

Vivimos tiempos convulsos,

 y no se puede bajar la guardia. 

Dragones


No hace falta ser un dragón de cuento medieval 

para saber afrontar la vida con decisión.

El amor de los animales


El amor es universal. 
Pero, parece mentira que ese sentimiento
sea incondicional en los animales, 
de manera absoluta, mientras nosotros tendemos
a destruir todo aquello que tiene un valor incalculable. 

El día que todos entendamos 
la sensibilidad que llena sus almas, 
seremos mejores personas, 
y la figura del ser humano 
habrá subido un peldaño más.

La rebusca tras la berrea


 

Hay que reponer fuerzas, porque la berrea las mengua a base de bien. 

Cualquier alimento decente es bueno para renovar la energía.

Mirada


 

Esa mirada felina, tan auténtica, tan única. 

Esa mirada que muchos quisiéramos tener, 

y que tan solo disfrutan 

los gatunos, mansos o fieros.

 Esa mirada que lo dice todo.

domingo, 27 de septiembre de 2020

Palmira, la gaviota


 

Aquella gaviota, de nombre Palmira,  decidió tomarse un respiro, merecidamente ganado, tras su larga caminata por el borde del malecón. Algo sedienta, a causa de un boquerón ingerido, arrugaba su gaznate. Buscaba algún recipiente con agua fresca donde rebozar el pico, y de paso, atisbar el ambiente para echarse una siesta. Y allí, bajo un sol de justicia, escudriñó cuanto pudo ver, bajo unas palmeras muy apañadas que esperaban, con impaciencia, la visita de la bella palmípeda. Un apropiado sueño ya estaba calculado, bajo las espesuras del oasis, y sería bien aprovechado, hasta el momento de reanudar los altos vuelos, para seguir planeando por las alturas.

Canales pandémicos




En Venecia se ha notado el bajón de turistas, como en cualquier parte donde el Coronavirus se esté paseando a sus anchas. En los canales navegan menos góndolas, y las que flotan, esperan a ser ocupadas por alguien que quiera disfrutar de un paseo. Alguna que otra embarcación de recreo puede verse, y escucharse, con más claridad que de costumbre, pues el silencio se está instaurando hasta más allá del agua, por la falta de movimiento. Las pizzerías no tienen demasiada vida, a pesar del increíble aroma que se escapa de las que aún funcionan, y la escasez, en todas sus formas, planea aviesamente.

Este año 2020 es de lo más repugnante, y todavía queda por sufrir, hasta que la última campanada caiga. Y después, ya veremos, porque esta ristra de calamidades continuará, lo más probable, en 2021. Pero no dejemos que el abatimiento se apodere de nosotros, porque si eso ocurre, iremos en picado.

 

sábado, 5 de septiembre de 2020

En calma


En calma, el domingo susurra pinceladas de un suave tintero de rocío. La mañana anuncia silencio, y en mitad del camino, unas almas limpias me observan, ajenas al mundo. 

Arriba


 

Y los niños se preguntaron dónde comenzaba todo. Los planetas giraron, las estrellas se encendieron, y el cielo, con su cántico, explotó de júbilo. 

Lobo


 

El lobo cruzó el umbral, y todo cobró un sentido.

Más allá


Más allá de los sueños, en alguna parte entre el deseo y la realidad, existe un hilo de cordura que nos ata al mundo. Queramos o no, nuestros caminos habrán de ser recorridos, hasta que llegue el instante, inequívoco e irremediable, de aguardar en la orilla la llegada del barquero. Vive hoy. No esperes a mañana.
 

Aventura


 

La vida en sí misma es una aventura, intrépida, desbordante, a veces excéntrica, y casi siempre una incógnita. No esperes a mañana para embarcar tus sueños hacia un puerto mejor.

Confesiones a la luna


Cuántas veces habremos hablado a solas con ella, con la luna. Sin mencionar palabra, en silencio, nuestros pensamientos, atrevidos, lanzados con fuerza hacia aquel manto de estrellas, donde el blanco satélite aguarda, en mitad de la oscura noche infinita. Cuántas veces habremos confesado lo que a nadie queremos contar. Pero ella siempre está, aunque lejos de nuestras manos, cerca de nuestras almas.

Miradas


 

Detrás de esa mirada, nada se esconde, pues la inocencia impresa en esos ojos sinceros, ya la quisiéramos tener los humanos. 

jueves, 13 de agosto de 2020

Adiós, Tábata

 


Nunca imaginé que te llegaría a querer tanto. Si tiempo atrás me hubiesen dicho que llenarías con tanta luz mi vida, lo habría interpretado como una exageración. Pero fue todo lo contrario, sin duda, porque detrás tu mirada, de tus discretos pasos, de tus juegos o de aquellos saltos que dabas en tu cama mientras soñabas, había un ser que irradiaba cariño sin igual. Tu compañía, tu respiración al dormirte, tu calor cuando te acurrucabas, tu forma de estirarte al despertar… Pero ya no habrá más mañanas que comiences con tus ojitos abiertos, ni con tus ansias por tu desayuno, ni con tus ganas de jugar, porque tras ese último suspiro, te has marchado. Luchaste como una campeona contra un cáncer, y lo venciste. Batallaste contra los achaques del tiempo, a pesar de sufrir dificultades de visión, arrastrar tu frágil corazón, o soportar los dolores en tus pequeños huesos. Y a pesar del avance del tiempo, peleabas contra él, demostrando tu fortaleza y tus ganas de vivir. Pero a tus más de diecisiete años, tus órganos comenzaron a fallar, y nos dejaste. Tuvimos la suerte de tenerte en nuestras vidas, de acompañarte hasta el último instante, cuando el líquido del sueño sin retorno entró en ti. Allí estábamos, tu familia, acariciando tu cuerpecito hasta que tu interior dejó de latir y se hizo el silencio. Y sin dejar de mirarte, llegó el llanto, que todavía nos acompaña.

Te quiero, Tábata. Y no hablo solo en mi nombre, porque todos los que hemos compartido contigo todos estos años, sufrimos tu ausencia, viéndote en cada rincón, mirando por si estuvieras aún, y recordando tantas cosas que no hay forma de arrancarse este dolor.

Ahora estarás con tu hermano gato Ulises, que habrá salido a buscarte al umbral de tu cielo. Sé feliz allí, y cuida de él, como él hará contigo. Quiero pensar que algún día volveremos a estar juntos, porque, si todo tiene un sentido, esto no puede ser el final. Mientras tanto, agacha la mirada de vez en cuando, y desde arriba verás que seguiremos recordándote como eras, con toda la bondad y la lealtad que un ser tan maravilloso como tú nos ha podido dar.

Has sido un regalo del cielo. Ahora estás en él.

Algún día volveremos a estar juntos, pequeña.

 


miércoles, 15 de julio de 2020

A buen recaudo



Menos mal que la vida ha vuelto, más o menos, a su sitio. Madrid pasó de ser una megalópolis candente, con las calles como un hervidero de personas, a convertirse en un páramo donde el silbido del viento anidaba en cada esquina. Lo malo es que mucha parte del gentío, que, como digo, ya está corriendo la zapatilla, no parece ser consciente de esa distancia social que todos hemos de guardar, por lo que, lógicamente, aquellos que acaban infectados con el COVID-19, lo van esparciendo por muchos lugares. Y así, francamente, no acabaremos nunca.
Dejando a un lado el hecho de que esta pandemia haya nacido en un laboratorio, o el chispazo haya sido por una mutación, lo cierto es que existe, aunque los negacionistas bramen lo contrario. El origen no está del todo claro, pero las muertes mundiales se han producido, algo que es innegable, y con la carrerita que llevamos, encabezada por todos aquellos que no tienen demasiadas luces, estamos todos abocados a la continuación del desastre. En resumen, que tanto si acabamos de nuevo confinados como si no, podemos morir por el virus, o podemos palmarla por hambre, por la escasez de trabajo. Pinta mal.
Otra cosa es que la mascarilla sea o no tan necesaria como dicen (yo, por si acaso, siempre la llevo, portándola constantemente mientras me alejo de todos, porque no está el tema como para fiarse) Y es que la confianza es algo que se ha de ganar, y los científicos que aporta este gobierno son muy poco fiables, por razones más que obvias. La mascarilla es un auténtico tostón en verano, con estos calores infernales, porque resta aire y, en consecuencia, agota. Hay quien entra en estado de ansiedad, lo cual le puede llevar a perder hasta el conocimiento por bajarle la tensión hasta el suelo. Pero tranquilos, porque siempre salen de debajo de las piedras los típicos lumbreras, con sus soluciones “New Age”, diciendo que todo está en la mente, y que aquellos que se desmayan es porque quieren.
En épocas de frío no molesta tanto, pues la mascarilla sirve de parapeto, y protege del gélido invierno que aterriza en la cara, a veces, en forma de ventisca. Pero ahora, en pleno mes de julio, con este calor insoportable, se hace muy cuesta arriba tener que salir con la careta puesta. Pero no queda otra.
No hay más remedio que hidratarse todo lo posible, estar a cubierto, o bajo cualquier sombra. Distanciarse de los demás no es tan complicado, sobre todo de aquellos con un pelaje característico, que solo buscan juerga y se les ve llegar. No me extraña que haya gente que se quiera ir a vivir a un pueblo, con su terreno acotado, su huerto para ir tirando y su aislamiento mágico, tan necesario en estos días. Al final, desastres como el que estamos viviendo, sirven, al menos, para abrir los ojos y darse cuenta de que, cada uno en su casa y Dios en la de todos.

martes, 14 de julio de 2020

Charlas bajo el sol



Con estos calores, a uno le suele apetecer apretarse algo frío, para conseguir recomponer el cuerpo, que se queda en las últimas con tanto sofoco. Pero, a veces, una buena charla bajo el buen refugio de una sombra, también ayuda. Es el caso de Apolonio y Segismundo; dos amigos que se cuentan sus vidas, el uno al otro, aunque ya se las sepan. A falta de un refrigerio, y algo para picar, las agradables conversaciones bajo algo que sirva de sombrilla, siempre son bienvenidas.

domingo, 5 de julio de 2020

El pato en remojo



¿Dónde va Vicente? Donde va la gente. Pero no creo que este pato se llame Vicente, aunque no tenga el gusto de conocerle. Es más, sospecho que se aleja del gentío, y cuando ve la oportunidad, se cuela en la piscina para estar a la fresca, que se agradece. Y allí, en soledad, se acicala el plumaje con su pico, de forma muy apañada. Desconozco si guarda un tiempo entre comidas, por ese pequeño asunto de los cortes de digestión, pero se le ve a sus anchas, nadando en el agua y pensando en sus cosas. Cuando se cansa, eleva el vuelo y desaparece, seguramente para continuar con su extenuante jornada en cualquier otro lugar donde, con la gracia de los patos, seguir reposando su lozano cuerpecillo al escaso biruji del verano.

martes, 30 de junio de 2020

Silencio


Poco se oía, o nada. Si acaso, un lejano susurro, que bien podía ser el viento, que me decía, cálidamente, que alejarse del bullicio reconforta el alma. Y allí, a lo lejos, unas cuantas vacas, a lo suyo, como debe ser, disfrutando de esa tranquilidad que el campo regala.

Fresco veraniego






Si hay algo que buscamos con ansia en estos días de calor es, sin duda alguna, el fresco. Pero no uno cualquiera, sino aquel que nos proporcione bienestar en cada rincón de nuestro ser, y mejor todavía si nos llega en forma líquida. Porque no es racional soportar estas temperaturas sin estar hidratado, ya que el cuerpo tiende a arrugarse, y no es necesario comprar boletos para que nos toque ser una pasa antes de tiempo. Beber es esencial para la vida, y en tiempos así, más. Por eso debemos llevar siempre a cuestas una buena botella de agua, como mínimo, para apaciguar los sofocos que se tornan insoportables con semejante infierno.

Coco - Vídeo