Los bosques no quieren esconder su magia, sino que la muestran de par en par. Pero, como todas las cosas en esta vida, hay que saber mirar, consiguiendo distinguir lo insípido de lo asombroso, siendo esto último lo que nos suele llenar de admiración. Hay veces que, sin esperarlo, nos cruzamos con seres misteriosos, como surgidos de algún tipo de encantamiento. Ciertas criaturas gustan de mostrar su arcana belleza, entre densas arboledas de pálidos entornos, quizá mezcladas entre nieblas abrazadas al viento.
Una de tantas mañanas, ante mi desconcertada mirada, aquel unicornio blanco garbeaba con firme elegancia, indiferente a lo circundante, con paso lánguido y reposado, expandiendo su encanto interminable. El tiempo sucedía, impasible y certero, y en mitad de su recorrido me detuve a observar, con sólido asombro, aquella impresionante maravilla que quiso regalarme su presencia.
Muy buen microrrelato, adoro a los unicornios. Un abrazo. 😊
ResponderEliminarMuchas gracias, Merche. Un abrazo.
EliminarYo creo que también soy sobrenatural: me miro en los espejos y estos estallan.
ResponderEliminarEntonces ya somos dos.
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