domingo, 5 de marzo de 2023

En mitad del camino


 

Buscando la Ciudad Prohibida alguien salió a mi paso. Un monje de extraña apariencia me lanzó una pregunta, bajo la inquietante máscara que portaba, en mitad de mi desconcertante camino. Por el tono empleado deduje que mi respuesta esperaba, pero ni siquiera entendí el idioma, si es que lo era, con el que se dirigía a mi persona con tan brusca contundencia. En mitad de mi recorrido, dejando al descubierto lo que anduve persiguiendo, se erigía la figura de oculto semblante, protegido bajo lo que desprendía un fulgor turquesa, fijando su supuesta mirada en mí, firme e imperturbable, sin dejar clara su intención final.
Pero no me encontraba ante la orilla del río Aqueronte, ni aquel ser tenebroso resultaba ser Caronte, ni era el barquero de Hades. El monje de la máscara solo quería advertirme, ya que en mi viaje encontraría peligros a los que no todos saben combatir. Aquel cenobita no era hostil, sino un afable aliado que mostraba la senda correcta en un mundo devastado.

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