¿Cuánto tiempo nos queda? Esa es una de las grandes preguntas que nos hacemos en este momento. Es posible que sea la duda actual más importante, dadas las circunstancias que nos rodean. No hay un solo día que no nos embadurnen con noticias, a cual peor, sobre la situación coetánea en el mundo. Engaños, cortinas de humo, disfraces falaces lanzados en forma de mugrientos embustes, recorren cualquier estancia con el ánimo de seguir mintiéndonos. Mientras tanto, todo se derrumba a nuestro alrededor, y continuamos preguntando al viento: ¿Cuánto tiempo nos queda?
Es imposible obviar que la vida que conocíamos no volverá. Han acontecido eventos calamitosos durante los últimos años, y los adalides que prometieron cuidar de nuestros intereses, únicamente vigilan los suyos. Caemos irremediablemente y sin frenos por un pozo sin fondo. La sociedad sufre una enorme división, por lo que todos lidiamos con el malestar que producen sentimientos que estaban enterrados, como los viejos rencores de los que la mayoría ni recordaba. Por culpa de aquellos resentidos que no han parado hasta vernos enemistados de nuevo, sobrevivimos en un mundo que puede verse todavía más herido, y de forma irremediable.
La escasez, el hambre y el dolor, se reparten por el planeta. La enajenación más nauseabunda lidera los puestos de responsabilidad, desde donde dicta y maneja sus depravadas doctrinas, corrompiendo a menores, abarrotando de delincuencia las calles, fomentando odio, robando a manos llenas y destruyendo la vida. Los conflictos armados han regresado, cuando creíamos que pertenecían a un arrinconado pasado. La angustia por la supervivencia es ya una red interminable que todo lo abarca. El presente está pintado con los ecos más infames del pasado, y el futuro que nos viene solo trae cielos oscuros.
Mientras tanto, volvemos a preguntarnos: ¿Cuánto tiempo nos queda?
Nadie lo sabe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario